‘Digital eco-friendly’: Desafíos para la digitalización sostenible | Tecnología

Cada vez somos más conscientes de cómo nuestras acciones afectan al planeta en el que vivimos. En los últimos 10 años, nuestra conciencia social ha crecido mucho en torno a la reducción del desperdicio de aceite y el concepto de sostenibilidad. Muy pocas personas ahora cuestionan la gravedad del cambio climático, ya que los registros de eventos climáticos adversos que se registran anualmente no han dejado de incrementar durante la última década.En Europa ya se han implementado políticas para restringir el tráfico contaminante en más de 280 ciudades. En 2021, la Unión Europea prohibirá el uso de plásticos desechables, como cubiertos o platos de plástico, pajitas para beber o incluso hisopos para los oídos. A nivel social, existe una tendencia creciente a reducir el consumo de aquellos productos que, por su naturaleza, su producción o cultivo afectan negativamente al medio ambiente.En este contexto, se está produciendo una pugna sin precedentes entre la filosofía de producción intensiva que prevaleció hasta finales del siglo XX y la nueva forma de ver el mundo de los millennials de finales del siglo XX y XXI.Sin embargo, la humanidad sigue enfocada en resolver problemas del pasado, cuando en este momento enfrentamos nuevos desafíos que serán muy relevantes en las próximas décadas. De los que nadie habla todavía.En 2019, se estimó que el 7% de toda la energía eléctrica generada en el mundo se utilizó para mantener el funcionamiento de Internet, generando el equivalente al 2% de las emisiones globales de CO2.Naturalmente, todos apreciamos las ventajas de tener un entorno cada vez más digital en nuestro día a día, pero no nos damos cuenta de que esto supone un coste enorme para la sostenibilidad del planeta.Como regla básica, digamos que cuanto mayor sea el volumen de datos transferidos, mayor será la necesidad de servidores informáticos. Así, cuanto más crece el uso, mayor es el consumo eléctrico y mayor el impacto ecológico.Teniendo en cuenta que se espera que el consumo eléctrico aumente de forma espectacular, no está mal decir que muy pronto empezaremos a pensar en cómo reducir este impacto y la energía que supone mantenerlo.Cuando tomemos conciencia de ello, comenzarán a activarse políticas encaminadas a mitigar el problema, como:Requisitos normativos más restrictivos sobre el consumo de energía del hardware. Estas políticas estarán enfocadas al uso del consumidor final.Estándares de calidad ecológicos a nivel de código/software. Etiquetas de eficiencia en el código que requieran un menor consumo de CPU, lo que trae consigo un menor costo de electricidad. Pueden aparecer estándares de calidad similares a A+++, A++, A+, A, B, C que se utilizan actualmente para los electrodomésticos.Nuevos estándares de compresión de datos más eficientes en la transmisión del emisor al receptor reduciendo así el volumen de datos transferidos.Nuevos y más eficientes sistemas de generación de energía para servidores.Y a nivel social, puede haber una paradoja de reversión. Hoy en día, cualquier negocio, empresa o persona tiene un sitio web. La pregunta podría ser, ¿siempre necesitamos un sitio web? En muchos casos, no es necesario. En ocasiones un modelo de negocio no requiere publicidad, ni operar a nivel digital. Por ejemplo, una panadería familiar o una dulcería de barrio.Algo similar sucedió con el plástico. Desde los años 60 y 70, este material ha ido invadiendo nuestro entorno hasta dominarlo. Pero ahí es precisamente cuando empezamos a tomar conciencia de los riesgos y a actuar. Actualmente lo estamos combatiendo, recompensando a quienes no lo usan.Cuando nos demos cuenta del impacto de la digitalización, podría ser que los movimientos sociales comiencen a premiar a aquellas empresas que moderan su huella digital y no consumen activos digitales innecesariamente. Confirmando la paradoja de que, al no darte a conocer digitalmente y reducir tu huella digital, aumentas tu imagen de marca y, por ende, tus ingresos.En ese punto, entraremos en una fase de madurez en el sector digital. Una era «digital ecológica». Creando nuevos modelos de negocio en el que los consultores digitales puedan enfocarse y asesorar a sus clientes.


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